el día empieza con hidrocolon, y eso no te deja demasiado espacio para mucho más después, así que leo aprovechando que, además, el día está muy nublado, tan nublado que de repente se abre el cielo y empieza a caer agua en tromba, llenándolo todo de ese olor a tierra mojada, que además entra por la ventana del gimnasio en el que hago ejercicios para relajar la espalda usando una especie de alfombrilla de tela en la que hay dos filas de bolas de goma que al hacer el movimiento te van masajeando las contracturas. Me tengo que comprar las bolas esas.
A la hora de la siesta, que aunque no os lo creais es a la una y media, me ponen la compresa hepática, que es una bolsa de agua caliente y un paño húmedo para activar las funciones del hígado (me parece que esto ya lo he contado) y tras la siesta, Ajo y yo nos vamos a dar un paseo por el puerto. Mala decisión. Está completamente atascado de coches, y en aparcar tardamos casi una hora.
El puerto está lleno de horteras sin fronteras, todos equipados con las más espeluznantes gafas que las retorcidas mentes de los diseñadores más hijosdeputa de todos, principalmente los italianos Dolce & Gabanna, Versace y Cavalli, han sido capaces de pergeñar, y todos babeando frente a los escaparates de las tiendas que esos mismos diseñadores han montado en el puerto para que señoras árabes tapadas de la cabeza a los pies compren terroríficos modelitos llenos de dorados y de estampados animales y los luzcan en lo que supongo serán atrevidas movidas lesbianas en los harenes.
Los barcos, puestos en exposición para deleite de las masas espesas y malvestidas son grandes pero no muy grandes, y la peña se afana en sacarse las mejores fotos posibles. Muchos de los paseantes de sexo masculino se empeñan en llevar uno de los complementos más espantosos que conozco, una especie de diadema-cinta para el pelo que antes llevaba Fernando Alonso y a la que he cogido manía porque también se la he visto puesta a uno de los tipos más tontos que conozco.
Por lo demás la vida transcurre con normalidad, sin hambre y encima resistiendo mientras Ajo se merienda una crepe de chocolate mientras yo saboreo una botella de agua mineral.
La vuelta es justo a tiempo de la sopa de por la noche (que no es por la noche, sino a las ocho), en esta ocasión de tomates, bastante rica, o eso me parece a mi, de vernos una peli en el portátil (el tigre y la nieve, de Benigni, totalmente prescindible), de leer un rato y de dormir. No tengo hambre, pero tengo la lengua sucia. Buenos días.
la verdad es que el estómago vacío es lo más recomendable para pasear por Marbella en esta época
entiendo por lo que cuentas que el puerto es el puerto banús, conocido en la zona como "puerto de banús", no?
Publicado por: Cranston Snord | 23/08/07 en 12:05
El año pasado, en Banús, una familia de clase media española paseaba viendo esos mismos yates y el niño que llevaban va y suelta "papá, compra un barco como ese!" A lo que el padre respondió "no, que tu madre se marea".
Todavía me rio cuando me acuerdo.
Publicado por: Javier Cañada | 23/08/07 en 13:39
a mi los que me gustan son los que se hacen una foto en un rolls con unas llaves, como abriéndolo, o haciendo que suben a un yate como si fuera suyo. Hilarante y original a partes iguales
Publicado por: Cranston Snord | 23/08/07 en 15:03