Sea porque tenemos miedo de hacerlo solos, sea porque necesitamos apoyo, el caso es que la mayoría de los emprendedores prefieren no lanzarse a la aventura sin alguien que acompañe.
Hola, me llamo Juan Dominguez y soy un emprendedor sociópata. Por ello casi todos (no, todos) mis emprendimientos empresariales los he hecho con otros socios, a veces con muchos. Si me paro a pensarlo, he estado involucrado directamente en la puesta en marcha de 7 empresas dignas de tal nombre (Sabre Seguridad, Viajar.com, Searchmedia, Barrio Ilustrado, Susanclub, ADTZ y Club Santa Mónica), la mayoría de ellas con otra persona, algunas de ellas con muchas y en dos casos, con mi familia. De este último aspecto creo que no voy a hablar.
El caso es que en prácticamente todas las ocasiones me he visto en una situación similar y llena de connotaciones con el proceso de ligar. A ver si lo sé contar.
1. Soñador conoce a soñador. Estás en tu trabajo por cuenta ajena tan contento pero no puedes dejar de leer historias de éxito, te imaginas en una oficina supercool a la que vas cuando te apetece, en la que das la absoluta libertad que el cretino de tu jefe no te da, con tu ferrari en el garaje y tu ático de diseño. Un día se te ocurre una idea de negocio y todo lo demás pasa a un segundo plano. Te has convertido en un emprendedor, esa especie de preempresario ahora tan en boga.
Por supuesto no tienes un euro ni ves la manera de conseguirlo. Pero un día en la cafetería/en el bar/en la piscina de la urbanización/en las fiestas de tu pueblo, hablas con alguien de tu idea y al otro le parece una idea fabulosa y poco a poco os vais calentando la cabeza hasta que decidís, cada uno por su lado, que el otro es la persona ideal para poner en marcha El Proyecto (con mayúscula).
Todo es fenomenal: tu socio te complementa. Sabe hacer las cosas que tú odias, sobre todo es muy ordenado y le encanta la contabilidad, mientras que tú te puedes dedicar a pensar en grande que es lo que da valor.
Si tenéis una suerte loca, o sois de familia rica, os ponéis en marcha. Y durante unos meses sois como una pareja de recién casados. Todo el día en una especie de orgasmo emprendedor. Esta fase viene a durar de principio a fin entre 6 meses y un año.
2. La rutina es tu ruina. Ha pasado el tiempo, y te vas dando cuenta de que tu socio no es tan ordenado ni tan bueno con los números como pensabas. Para más inri, está empeñado en pensar en las cosas grandes, y muchas veces pretende imponer su opinión en vez de aceptar la tuya. Algunos incluso se permiten no ir a currar un día en el que tú si estás en la oficina.
La cosa va de mal en peor. Por supuesto, las condiciones externas no acompañan, te das cuenta de que ser el próximo Apple te va a costar más de 200.000 euros y una oficina compartida. Discutís a menudo, tus amigos están hasta la coronilla de oirte hablar mal de quien antes era la niña de tus ojos.
Esta fase es de duración indeterminada: cualquier periodo de tiempo entre 1 y 50 años. Depende mucho de si la empresa gana dinero o no. En caso de duda aplíquese siempre el siguiente refrán: Cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana.
3. Susto o Muerte: si las cosas empeoran, no queda más remedio que separarse. Abandonas el proyecto, algunas veces se lo queda uno, pero generalmente se convierte en una oficina vacía y una muesca en el currículum.
Pero si las cosas mejoran, entras en una relación madura y profesional en el que cada uno sabe lo que quiere y lo que se espera de él. Se forma un equipo y se entra en una espiral de confianza y en un círculo virtuoso.
Obviamente lo mejor es llegar a esta fase, pero pasa mucho más raramente de lo que uno se espera. Y generalmente para llegar tiene que haber pasado por lo bueno pero sobre todo por lo malo.
Yo tengo dos socios, Miguel Angel Jiménez y Jorge Rincón, en dos empresas diferentes, con los que siempre voy a poder hacer cosas. Porque hemos llegado a esta última fase no sin antes habernos tirado los trastos y pasado momentos muy bajos.
Por último me queda advertiros, queridos lectores, de un fenómeno muy común tanto en la vida amorosa como en la emprendedora: volver a intentarlo con gente que nos hace mal. El famoso síndrome de la borrachera, el móvil y la exnovia. No puedo advertiros de manera suficientemente severa contra esto. NO LO HAGAIS a no ser que no podáis evitarlo.
En la próxima entrega del abuelo Cebolleta en el que me estoy convirtiendo, hablaremos de otro tipo de socios: los socios capitalistas.
Excelente resumen, he vivido las dos primeras fases e incluso creo que la tercera con alguno de ellos pero sin haber tenido un proyecto de éxito. No sé si es aún más meritorio o es que el síndrome de Estocolmo no me deja darme cuenta que tengo el de la ex-novia y el móvil.
Publicado por: Luis Alonso-Lasheras | 05/06/12 en 22:19
Yo soy más Llanero Solitario y no sé si sea mejor o peor.
Hay total libertad, pero también te encuentras más solo que la una para lo bueno y para lo malo.
Publicado por: Octavio Rojas | 07/06/12 en 13:53
Estoy esperando a ese segundo post Juan.
Publicado por: Marina | 27/07/12 en 14:38
jajajaja qué grande, pues imagina cuándo tu socio con el que decides emprender además es tu ligue :)
Publicado por: marina | 23/01/13 en 4:40